viernes, octubre 12, 2012

Prejuiciosidad.

Vueltas, vueltas, vueltas.

Ya había visitado dos clientes y todavía faltaba ir con un proveedor(a) para recoger un material. Me consolaba saber que sería mi última vuelta de la tarde. Estaba fastidiado de ver tanta gente por las calles, pues era viernes y aunque era "buena hora" (como yo digo cuando aún es temprano para sacar pendientes) ya se estaban haciendo los típicos embotellamientos en algunas calles.

Toqué el timbre y me abrio la puerta Malena, una guapa (muy guapa) chica que trabaja en el lugar. 

-¿Hola, y ora? -le pregunté sonriendo, pues ella nunca abre la puerta.
-Es que estoy solita ¿cómo vez? -hizo un puchero de niña que le quedó perfecto a su bello rostro.

Vestía una blusa negra escotada y una micro-mini-chiqui-nomechingues falda que dejaba ver sus bien torneadas piernas, todo esto aderezado con unos zapatos altos de plataforma. Cualquiera pensaría que tiene unos 25 pero la verdad es que no, tiene 20 años, lo sé porque una vez platicando me lo dijo.

-¿No está Ivonne? -La recepcionista que por lugar me atiende-.
-No está mi amiga fijate, anda en una junta, pero ahorita te traigo tu material, toma asiento.

Me senté y admire su caminar por toda la oficina. Cuando pasó frente a mi pude percibir el fresco aroma floral que la acompañaba casi como una caricia en mi barbilla. La verdad es que con cualquier otra jovencilla pude haber pensado muchas cosas puesto que soy un mamarracho libidinoso incorregible (cómo cualquier hombre que esté leyendo esto), pero no con ella. Es de esas chicas que son tan buena onda, tan bien portadas que caen en la ternura. 

Justo cuando ella regresaba sonó el teléfono de la oficina y corriendo contestó. La verdad no puse atención pues estaba revisando el material que apenas alcanzó a acercarme mientras corria a contestar.

-Ay, era Ivonne. Qué apenas va saliendo de con el cliente ¿cómo vez?. 
-Ah que muchacha, pues bueno ya me...

Volvió a sonar el teléfono.

-¿Bueno?, ¿Buenooo?. 

Pasaron unos segundos mientras Malena guardaba silencio sin colgar el teléfono.

-¡Hija de la chingada! ¡ya no se puede confiar en las personas, me va a escuchar esta cabrona!

Al parecer Ivonne no se dió cuenta que volvió a marcar mientras pláticaba de Malena con otra persona.