Fotografías

De niño podía pasarme horas viendo los albumes fotográficos de mi familia. Esos libros gruesos y pesadisimos para un mocoso como yo, contenían lapsos de tiempo detenidos, gestos y ademanes reconocibles a la distancia. Para mi ninguna nueva tecnología podrá compararse con la fotografía de antaño, esa que tenia en ella un ligero toque de cada persona: sabía que las fotografías mejor enfocadas eran aquellas que había tomado mi papá, sabia que las descuadradas las había tomado mi mamá, y definitivamente todas las borrosas, pero igual de chidas, eran obra de mi hermano mayor.

Las primeras veces, para cada cumpleaños era de ley una ida a Kodak, o por lo menos a Soriana, a comprar rollos fotográficos y por supuesto "flashes" desechables (esos que parecían cubitos de hielo). Ya después no te preocupabas por eso pues las cámaras venían con uno integrado. Y definitivamente las más chidas me tocaron cuando llevé fotografía estudiando la carrera. Tenía una cámara pentax muy chida, de esas donde regulabas la abertura del lente y la velocidad de exposición, todo un arte darles tu toque personal a las gráficas, y ni que decir de revelar las fotografías en el cuarto obscuro.

Con la llegada de la fotografía digital todo cambio, antes tomar fotografías y manejar las cámaras era exclusivo de los adultos, y ahora cualquiera desde su celular puede captar un momento. No digo que una cosa sea mejor que la otra, es más, para mi ni cabe la comparación, pero si estoy seguro que me gustaba más sentarme con mi papá, con mi abuela, o con alguien con ganas de conocerte a ti y a tu familia a darle una hojeada al tiempo a través del álbum fotográfico familiar.