De esas veces que voy a la farmacia a comprar algunas cosas -no, no andaba comprando condones- me atiende una chavita que más bien parece que no sabe nada de la vida, así que como todo buen mexicano prefiero buscar yo mismo las cosas que ocupo, al momento de pagar me doy cuenta que no traigo mas que $40 pesotes en la cartera, así que pago con mi tarjeta de débito. Ya de regreso en el carro, decido ir a un cajero automático a sacar algo de billetes, pues si bien no me gusta traer mucha lana, y siempre que puedo uso la tarjeta para pagar -se me hace más práctico, además se pueden ganar una fabulosa vaporera para ropa- tengo que echarle gasolina al carro que ya me la anda rayando por manejar en la reserva de la reserva y no en todas las gasolineras aceptan tarjetas de débito.
Me estacioné y entre al cajero, estaba dentro un wey de unos 40 años con 2 niños como de 4 y 6 años respectivamente, los niños no se que chingaos tenían pero estaban grite y grite haciendo un desmadre bien sabroso, en ese momento pensé que si fuera yo su padre ya les hubiera dado unas patadas voladoras y un martinete a cada uno para que dejaran de chingar, pero ¡ah! que bonito debe ser el ser padre, mejor me calmé, y me acerqué al otro cajero -era uno de esos donde hay 2 máquinas dentro del cajero-, el tipo salio y yo agradecí a todos los dioses -los dioses del futbol, los dioses paganos, los dioses ocultos y todos los demás que recordé en ese momento- por haber sacado esos pinches entes demoniacos llamados niños de aquel cajero tan reducido. En ese momento me di cuenta que mi máquina no funcionaba y me pase a la de al lado -donde estaba el tipo con los niños- y al querer meter mi tarjeta no me dejo, en la pantalla alcance a leer "¿desea hacer otra operación?", a la madre, sin pensar en absolutamente nada, oprimí "no", -¿pos que pinche operación voy a querer hacer? ¡si no soy médico cabrón!- y salió la tarjeta de este señor, voltee hacia afuera y alcancé a ver que le hacia la parada al camión, "¡heeeeeeeey!" grité bien fuertote con esa voz de hombre que a veces me sale los domingos, sobre todo cuando ando crudo, pero ¿pos dentro del cajero como me iba escuchar?, que wey, así que salí corriendo y alcancé al tipo cuando -batallando un chingo- ya se estaba subiendo al camión con los 2 niños. Le digo "se te olvidó" mostrandole la tarjeta, y me responde "carnal, muchas gracias, neta, es que estos huercos....", "si, supongo" le dije y me fuí.
De verdad que en ese lapso de tiempo no pasó nada por mi cabezota, sería porque andaba solo o no sé, luego pensé, le hubiera sacado un billetillo y luego le regresaba la tarjeta, jojo, pero naaa, la verdad es qué no me nacen esas cosas, y no porque "¡ay! debemos ser buenas gentes" y bla bla bla, simplemente lo hice como un experimento para que algún día, cuando yo también me apendeje el karma -si es que existe- me regresé esta buena acción, o no sé, para que un día alguien desinteresadamente me pague unas cheves, vamos, tú, querido lector, podrías ser el alma caritativa que demuestre que las buenas acciones hacia los demás nos traen buenas cosas, así que ¿quién es el primero?.
Me estacioné y entre al cajero, estaba dentro un wey de unos 40 años con 2 niños como de 4 y 6 años respectivamente, los niños no se que chingaos tenían pero estaban grite y grite haciendo un desmadre bien sabroso, en ese momento pensé que si fuera yo su padre ya les hubiera dado unas patadas voladoras y un martinete a cada uno para que dejaran de chingar, pero ¡ah! que bonito debe ser el ser padre, mejor me calmé, y me acerqué al otro cajero -era uno de esos donde hay 2 máquinas dentro del cajero-, el tipo salio y yo agradecí a todos los dioses -los dioses del futbol, los dioses paganos, los dioses ocultos y todos los demás que recordé en ese momento- por haber sacado esos pinches entes demoniacos llamados niños de aquel cajero tan reducido. En ese momento me di cuenta que mi máquina no funcionaba y me pase a la de al lado -donde estaba el tipo con los niños- y al querer meter mi tarjeta no me dejo, en la pantalla alcance a leer "¿desea hacer otra operación?", a la madre, sin pensar en absolutamente nada, oprimí "no", -¿pos que pinche operación voy a querer hacer? ¡si no soy médico cabrón!- y salió la tarjeta de este señor, voltee hacia afuera y alcancé a ver que le hacia la parada al camión, "¡heeeeeeeey!" grité bien fuertote con esa voz de hombre que a veces me sale los domingos, sobre todo cuando ando crudo, pero ¿pos dentro del cajero como me iba escuchar?, que wey, así que salí corriendo y alcancé al tipo cuando -batallando un chingo- ya se estaba subiendo al camión con los 2 niños. Le digo "se te olvidó" mostrandole la tarjeta, y me responde "carnal, muchas gracias, neta, es que estos huercos....", "si, supongo" le dije y me fuí.
De verdad que en ese lapso de tiempo no pasó nada por mi cabezota, sería porque andaba solo o no sé, luego pensé, le hubiera sacado un billetillo y luego le regresaba la tarjeta, jojo, pero naaa, la verdad es qué no me nacen esas cosas, y no porque "¡ay! debemos ser buenas gentes" y bla bla bla, simplemente lo hice como un experimento para que algún día, cuando yo también me apendeje el karma -si es que existe- me regresé esta buena acción, o no sé, para que un día alguien desinteresadamente me pague unas cheves, vamos, tú, querido lector, podrías ser el alma caritativa que demuestre que las buenas acciones hacia los demás nos traen buenas cosas, así que ¿quién es el primero?.