"Don Homero el tendero" le decíamos al señor que atendía el nuevo changarro de la colonia, rimaba chido. Siempre se le veía de buen humor, de esas personas que todos califican como "bonachonas", hacia bromas, atendía a todo dar. Nosotros, unos chamacos de secundaria, íbamos a esa tienda porque aparte de que era buena onda don Homero, tenia un par de maquinitas muy buenas. En esos tiempos uno no se detenía a pensar en que si un oficio es mejor que otro, o como una persona termina trabajando en algo.
Un día que nos la perreamos -ir de pinta-, nos fuimos a la tiendita de don Homero el tendero, eramos solo un amigo y yo, y entre que ya no teníamos feria para las máquinas y la buena platica de don Homero, nos quedamos ahí. "Pinches computadoras, un día se van a apoderar del mundo" comenzó diciendo don Homero el tendero, mientras nos veía terminar de jugar el street fighter, "tengo esas máquinas porque me dejan dinero, pero a mi me despidieron por una computadora fijensé" continuó platicando, mientras veíamos como su rostro cambiaba del señor bonachón que todos conocíamos, a uno de melancolía. "Yo trabajaba en una empresa grande y tenia un buen puesto, ganaba mi feria, no crean, pero un mal día me llego mi jefe con una pinche computadora, y me cambiaron por ella, un día así le va pasar a mucha gente, discutí con los gerentes de la empresa, me pelee con mi esposa, y a los pocos días sufrí un infarto", mientras decía eso se desabotonaba la camisa de cuadros que portaba y nos mostró una gran cicatriz en el pecho, "No crean que siempre ando de buenas, pero aquí traigo ya una bomba de tiempo, el doctor me recomendó no hacer corajes, llevarmela tranquila, y por eso rente aquí esta esquina para poner la tiendita....no se compara con lo que ganaba antes, ni como vivía pero que se le va a hacer?, tengo un hijo en la primaria, dos en la facultad y una esposa que mantener, a mí ya no me dan trabajo en ningún lado por viejo...". Esa tarde regresé a mi casa un poco triste, por pensar que a veces la gente tiene que aparentar andar feliz nomás porque no le quedó de otra, porque así de mamón es el destino.
A los pocos meses, un deposito chingón y otras tiendas se pusieron en la misma calle que la de don Homero, no le quedó de otra que cerrar, supongo. Ayer en la tarde, mientras regresaba a la oficina lo vi, no creo que me haya reconocido, pero no era el mismo señor bonachón de aquellos tiempos, se le notaba la pesadez de los años encima y el duro rostro de quién ya ha vivido cosas que te dan un giro en la vida.
Un día que nos la perreamos -ir de pinta-, nos fuimos a la tiendita de don Homero el tendero, eramos solo un amigo y yo, y entre que ya no teníamos feria para las máquinas y la buena platica de don Homero, nos quedamos ahí. "Pinches computadoras, un día se van a apoderar del mundo" comenzó diciendo don Homero el tendero, mientras nos veía terminar de jugar el street fighter, "tengo esas máquinas porque me dejan dinero, pero a mi me despidieron por una computadora fijensé" continuó platicando, mientras veíamos como su rostro cambiaba del señor bonachón que todos conocíamos, a uno de melancolía. "Yo trabajaba en una empresa grande y tenia un buen puesto, ganaba mi feria, no crean, pero un mal día me llego mi jefe con una pinche computadora, y me cambiaron por ella, un día así le va pasar a mucha gente, discutí con los gerentes de la empresa, me pelee con mi esposa, y a los pocos días sufrí un infarto", mientras decía eso se desabotonaba la camisa de cuadros que portaba y nos mostró una gran cicatriz en el pecho, "No crean que siempre ando de buenas, pero aquí traigo ya una bomba de tiempo, el doctor me recomendó no hacer corajes, llevarmela tranquila, y por eso rente aquí esta esquina para poner la tiendita....no se compara con lo que ganaba antes, ni como vivía pero que se le va a hacer?, tengo un hijo en la primaria, dos en la facultad y una esposa que mantener, a mí ya no me dan trabajo en ningún lado por viejo...". Esa tarde regresé a mi casa un poco triste, por pensar que a veces la gente tiene que aparentar andar feliz nomás porque no le quedó de otra, porque así de mamón es el destino.
A los pocos meses, un deposito chingón y otras tiendas se pusieron en la misma calle que la de don Homero, no le quedó de otra que cerrar, supongo. Ayer en la tarde, mientras regresaba a la oficina lo vi, no creo que me haya reconocido, pero no era el mismo señor bonachón de aquellos tiempos, se le notaba la pesadez de los años encima y el duro rostro de quién ya ha vivido cosas que te dan un giro en la vida.
3 comentarios:
Y todo por el pinche amor al dinero.
La voracidad de mucha gente por simplemente hacer dinero, quieren subir a la cima escalando a otros seres humanos, destruyendo vidas y demás... y todo por un pinche puñado de billetes.
Un saludo mi buen.
en serio que ami tambien me da asi como que nostalgia y pena por las tienditas que habia cerca de mi casa en aquellos ayeres, snif.
la vez pasada se me antojaron unas tostadas preparadas y nada, ya no hay por mi casa tienditas que las vendan, y el super siete ni de pex.
saludos.
Saludos par de cabrones.
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