viernes, septiembre 26, 2014

Cien mundos distintos

Voy trotanto por la vereda del parque, al frente se abren brechas, bancas, plantas, piedras y uno que otro perro de esos que la gente suelta por las noches para que haga sus necesidades fuera de casa. Es en estos momentos cuando me siento libre, me siento más vivo que nuca, pienso, pienso y no pienso, recuerdo cosas y luego invento otras, algunas son una mierda algunas otras me parecen ideas geniales. Es una lástima que muchas de esas ideas "geniales" desaparezcan cuando me detengo cansado y jadeante de tanto ejercicio (tanto ejercicio para mí, aunque muchos de mi edad ya quisieran hacer la mitad de lo que yo hago), pero hoy no, hoy me siento capaz, tenía rato de no trotar, desde que logré mi meta de los 5 kilómetros hace un mes.

Hay un puente peatonal que siempre es difícil subir, pues aunque tiene rampa y no escalones está algo empinado, siento mis muslos tensarse al máximo, empiezo a sentir dolor, jalo aire por la boca pero no me rajo, son cosas personales que nunca (o casi nunca) cuento a nadie. Me pongo a pensar que historias tendran las personas que veo en todos esos coches bajo el puente peatonal. Acelero, volteo a ver mi celular, reviso el GPS y me doy cuenta que me falta poco, es el último tirón. Comienza a chispear y me siento tan chingón, tan capaz de todo que empiezo a pisar charcos, veo como algunas personas se apresuran a esconderse de las gotas frías que caen del cielo, gotas que yo saboreo en mi frente, mi espalda y mis brazos, plam, plam, plam, suenan los charcos, 100 metros para terminar me marca el GPS, acelero un poco más para terminar, no me importa ensuciarme en la tierra mojada, pues su aroma mientras cae la lluvia lo compenza todo, plam, plam, plam, piso con fuerza un gran hormiguero burbujeante de insectos apresurados a entrar a su guarida. 

Y así es como, sin saber por qué o como, sin siquiera entenderlo, cien mundos distintos dejaron de existir. 

jueves, septiembre 11, 2014

Dando el tirón.

Sucede que a veces uno anda despistado o no se da cuenta las cosas que hace -o deja de hacer-. Iba yo rumbo a casa de un amigo a recoger un jale y como me urgía le pedí que me echara la mano para terminarlo el mismo día, así que llegué a un 7 Eleven para comprar unas cervezas y platicar con él mientras terminaba el trabajo. Me estaba estacionando cuando un güey se me acerca a la ventana y me dice eh compa, dame un tirón, a cabrón pensé ¿tirón de qué?, es que ando bien apurado, mi esposa esta ahí, con mi niño y mi suegro, ¿dhu? -voltee y no alcancé a ver nada por el retrovisor- ¿y eso que? le dije, entonces me dice, disculpame, es que no me sé explicar, es que la pieza del carro vale 1300 y me faltan 68 pesos, ¿como vez? le digo ah pos no hay falla compa yo te los doy. Estaba sacando la cartera cuando me dice, mira compa es que la refaccionaria está hasta Colón y Doblado -a unas 8 cuadras de donde estábamos- y ya van a cerrar ahorita a las 7:30, no seas gacho, dame un raid y si quieres te doy medio tanque de gasolina o te llevo el dinero después a donde tu me digas.

Había tenido un día muy pesado y todavía me faltaba recojer un jale, no pensé nada en ese momento, solo le dije, nombre compadre, subete ahorita te llevo, me pareció lo más lógico y correcto en ese momento. Era un tipo alto como de 40 años. Se subió al carro y lo primero es que me dí cuenta que tría aliento alcohólico, chale, en eso recordé algo que me había platicado un amigo: lo asaltaron al tomar un taxi, el chofer hizo una llamada avisandole a su esposa que ya traía el "vestido" en el carro, luego se desvió y entro a un callejon donde se detuvo y junto con otras personas que ya lo esperaban lo encañonaron y lo bajaron del taxi no sin antes darle una buena madriza.

Chale, ya traía al tipo en el carro y no sabía qué pensar, me empezé a inquietar cuando me dijo que tenía que llamarle a su esposa para avisarle que ya había encontrado quien lo llevaría a la refaccionaria: sí, vieja, vengo en un carro Honda, ya me dieron raid, ahorita llego. Gulp, recordaba lo que le había pasado a mi compa y pues estaba pensando que hacer, tal vez estaba siendo muy desconfiado, tal vez no. Mientras el tipo me trataba de sacar plática: Nombre compa, yo soy de Ciénega de Flores, te juro que esto no se me va olvidar, se nota que eres buena gente, si quieres mañana te llevo el dinero y otra lanita a tu jale, esque traigo a mi señora y a mi hijo ¿En qué jalas, se me afigura como que trabajas en un taller? soy mecánico -le dije, fué lo primero que se me ocurrio, además mi papá fué mecánico mucho tiempo y tenía su taller- aaah ¿diesel o mecánico? Oooooh que la verga. Eléctrico -le dije- es que voy a hacer un jale con unos compas, ahí en la esquina donde está el Seven me estaban esperando, de echo ahorita que vean que no llego me van a marcar, vas a ver -pensé que tal ves diciendole esto, si es que tenía alguna mala intención, la pensaría un poco-.

Faltando una cuadra para llegar a la supuesta refaccionaria me detuve, se me quedó viendo y él solo me dijo, si quieres aquí dejame compa, de verdad muchas gracias, aguantame para darte gasolina o algo, nombre compadre así dejalo -contesté- es más si quieres al rato nos vemos por el Seven, no te digo que ahi estan mis amigos. Regresé al Seven por mis chelas, y me quedé pensando, qué mal pedo que tengamos que cuidarnos de todas las personas así, hay una sugestión muy cabrona por lo que nos pasa, o le pasa a amigos, que tristemente tenemos que ser desconfiados. Me sentí mal por mi actitud, a pesar de haberle dado el tirón -como el decía- por no hacerle el favor completo pues al salir de comprar las chelas, miré al fondo de la calle y en efecto estaba un coche modelo y color tal como me había indicado, con una señora cargando un niño y un señor grande de edad.


martes, septiembre 02, 2014

Yo fuí de esos niños raros que primero hacian su tarea y después salia a jugar a la calle, nunca entendí por que los demás no se daban cuenta que haciendo esto iban a tener más tiempo de jugar y sus papás no los meterian temprano a sus casas porque no habian hecho la tarea.