Nunca sentimos que ahí se había terminado todo, simplemente nos pusimos a pensar a donde ir. Después de un rato Briano dijo, "vamos al rancho de mi papá, esta en Linares". Todavía con un chingo de ánimo abordamos un camión en la carretera nacional, que iba hasta la madre de gente y mas destartalado que la chingada, aparte de, claro, nuestras inmensas mochilas, cacerolas, cobijas y demás cosas que cargábamos. Estábamos haciendo un reverendo desmadre ahí dentro.
Ese camión nos dejo en medio de la nada en plena carretera, había que caminar un putamadralpa llegar al dichoso rancho (el "clanck, clanck, click, cling...", escuchado a cada puto paso, ya no era nada gracioso). Cuando a uno le decian "rancho" a esa edad se imaginaba un lugar hermoso rodeado con una cerca de madera pintada de blanco, con una cabaña bien chingona, caballos y demás, pero no, después de caminar un chingo llegamos a un monte cualquiera, con arboles , eso si, y cerca de un río, total lo que ya queríamos era descansar (llegue tan jodido y sediento que me lanze directo a tomar agua del río, el agua que llevábamos hacia horas se había terminado), lástima que no podía ser así, teníamos que empezar a armar la "casa de campaña", buscar leña, prender fuego, preparar comida y demás menesteres chidos de todo campamento, aunque fuéramos puro pedo.
El tiempo se fue rapidísimo, en parte porque tiramos algo de hueva, en parte por todo lo que hicimos, caía la tarde sobre nosotros y comenzaba lo mas chido, prender la fogata, platicas chidas y luego esos ruidos raros que solo se escuchan en la soledad del monte, es impresionante como cae de rápido la noche, por lo mismo no alcanzamos a juntar suficiente leña para toda la noche, por cierto, cuando vi la película de la bruja de blair, me gusto mucho porque algunas cosas suelen pasar, las típicas broncas, los ruidos en el bosque etc. je. Quedamos en hacer guardias de uno mientras los demás dormían, pero fue solo la bonita intención pues al ritmo de la platica poco a poco nos quedamos dormidos.
Al otro día dos integrantes rajaron, Juan y Pabro, uno porque tenia que ir a cantar a no se donde y el otro pos por joto nomas, lo malo fue que se acabaron la comida pos ya les valia madre porque ya se iban, así que tuvimos que buscar una tienda en el pueblito cercano, (cercano era como a 6 kilómetros caminando), pero ese segundo día estuvo muy chingón también, ya mas relajado, pendejeando en el río, cazando langostinos, y demás desmadre.
Regresamos al atardecer, bien jodidos pero satisfechos de todo lo que habia sucedido, eran chidas esas aventuritas.
La moraleja de esta historia es; nunca compres huevos si todavía no sabes a donde vas!.
P.d. no sirve de nada esa moraleja pero alguna moraleja había que escribir.
martes, noviembre 11, 2008
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1 comentario:
Buenos recuerdos, no se puede negar que el tiempo no se puede regresar, Saludos y buen fin de semana. Un saludo desde el cielo.
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