La vida desde una bicicleta

A los 8 años lo máximo que podía desear era tener mi propia bicicleta, ahora los niños piden consolas de videojuegos, celulares o ipods cuando mucho. No había mejor sensación que llegar a la casa después de la escuela, aventar la mochila y , claro esta, después de hacer la tarea, tomar la Bimex plateada y sacarla a la calle para pedalear sin rumbo fijo. En la vida no existe nada mejor que sentirte libre, que creerte el dueño del mundo mientras pedaleas. Juntarte con los amigos de la cuadra para salir en las bicicletas era otro gran ritual, te gustaba que alguien no tuviera para poder llevarlo en los "diablitos" que acababas de comprar para equipar tu poderosa bici. Te gustaba también que alguien no llegara al lugar indicado para así poder ir entre todos a su casa a buscarlo y de paso ver quién llegaba mas rápido. Las bicicletas más chidas eran aquellas que frenabas pedaleando hacia atrás, y no las que traías las pinches zapatas de goma, porque esas no patinaban, afortunadamente la mía era antigüita y podía patinarla, ahora ya todas traen zapatas creo.Mi colonia era especial para esos trotes porque cuenta con grandes bajaditas y lugares para correr, otra cosa muy chida era ir a la tienda de bicicletas que estaba hasta Barragán (se nos hacia lejísimos, toda una odisea ir hasta ayá en las bicicletas) a comprar accesorios, como calcomanías, diablitos, cables, pedales, cámaras, llantas o dejarlas ahí para su reparación cuando de plano era algo difícil. Por eso amiguitos no regalen celulares ni demás cosas que promuevan la olgazaneria, no hay mejor cosa que ver la vida desde una bicicleta.